Terapia contra el dolor
Posibilidades y límites de la auriculoterapia
En el Antiguo Egipto se distinguía entre los dolores corporales de origen conocido, y aquellos cuyo génesis no era posible determinar. Los dolores de origen desconocido eran atribuidos a fuerzas sobrenaturales, a los espíritus. Para combatir estos dolores inexplicables se recurría entre otras cosas a los números mágicos, como el 7. Los egipcios solían utilizar una cuerda con 7 nudos, en la que se colocaban objetos mágicos, para combatir los dolores de cabeza. El dolor de cabeza se mitigaba de este modo – o no, como suele ocurrir con las cosas mundanas.
Hipócrates (hacia el año 400 a. C.) consideraba que el dolor era una peculiaridad del alma. Trataba el dolor como un problema que podía dominarse mediante la lógica y el pensamiento racional.
Galeno (médico romano del primer siglo de nuestra era) , pensaba que los dolores internos se debían a una inadecuada composición de los humores corporales.
Descartes (hacia 1580) pensaba que el cuerpo y el alma funcionaban independientemente. Para él el dolor era un fenómeno puramente corporal.
La ética cristiana del sufrimiento define el dolor como un producto de la voluntad divina. Desde este prisma los dolores sirven a la redención del cuerpo y el alma.
Ya en nuestros días, la medicina convencional vuelve a hablar de dolores de origen desconocido. Incluso se habla de una“enfermedad del dolor”. ¿Dolores sin razón reconocible? ¿Espíritus? ¿Volvemos a estar en el nivel de conocimientos de los antiguos egipcios?
Desde el punto de visto chino, y de la medicina natural actual, el dolor surge por un déficit en el flujo energético. Una idea que se mantiene desde hace más de 2000 años. El dolor surge porque a un determinado lugar del cuerpo llega poca energía o bien porque el exceso de energía produce una especie de taponamiento. El dolor suele ser, por tanto, la señal del cuerpo de que hay un desajuste.
* El dolor tiene su sentido en la vida. No es una amenaza. De hecho nos permite detectar y regular los problemas orgánicos.
A nivel sensorial, nuestros pacientes perciben el dolor como una realidad compleja, que puede variar mucho, tanto a nivel cualitativo como cuantitativo. Hablan de dolores fuertes, débiles, punzantes, que queman, etc. Puede que el dolor surja repentinamente, tras un golpe seco, o puede también adquirir caracter crónico, convirtiéndose en nuestro más fiel acompañante.
Las principales causas aceptadas del dolor son:
* Una lesión estructural localizada (alguien que se golpea la rodilla, por ejemplo).
* Problemas funcionales, que generan dolores de cabeza u otros padecimientos, y que suelen estar acompañados de desajustes metabólicos (ya sea a nivel de causa o de efecto)
* Conflictos emocionales y sociales, con un determinado efecto sobre el organismo (dolores de espalda, por ejemplo). Desde el punto de vista de la medicina china, los problemas personales y sociales no resueltos se manifiestan en la espalda.
A algunos les cuesta reconocer semejantes interacciones. Pero lo que muy pocos perciben es el hecho de que el dolor con frecuencia está provocado por campos de interferencia.
Remito a las enseñanzas de los hermanos Huneke (Terapia neural):
* Toda enfermedad crónica puede estar producida por un campo de interferencia * Cada punto del cuerpo puede convertirse en campo de interferencia.
Esto significa que cualquier cicatriz, cualquier fractura ósea soldada hace mucho tiempo, cualquier infección crónica (nos referimos a aquellos focos infecciosos que surgen en los dientes, las fosas nasales, las amígdalas , o los provocados por las vacunas), pueden convertirse en un campo de interferencia, generando irritaciones en el organismo. Los campos de interferencia provocan enfermedades, entre cuyas consecuencias están también los dolores.
Un ejemplo: una persona llevaba años padeciendo fuertes dolores de estómago que desaparecieron en el momento en que se mejoró la irrigación las cicatrices que cortaban el flujo energético del meridiano del Estómago. Las cicatrices que quedan tras una cesárea u otras operaciones ginecológicas pueden provocar una conducta sexual anómala (frigidez), en el momento en que la cicatriz de las mujeres afectadas se llena de adherencias. Otro ejemplo: los focos dentales son campos de interferencia a tomar en serio. Según el profesor Bucek, casi en el 90% de la población encontramos focos dentales, causados entre otras cosas por tratamientos odontológicos. Las consecuencias serían, según Bucek, enfermedades crónicas, que van del reuma a problemas circulatorios o neuralgias. No se ve, por tanto, únicamente afectado el sistema inmunitario, sino también los nervios y el balance energético corporal.
Desde mi perspectiva- basada tanto en la práctica diaria como en las enseñanzas de la Medicina Tradicional China- el dolor nunca es un síntoma casual y aislado, sino que siempre se integra en los mecanismos de la enfermedad. El hecho de que pueda ser reconocido causalmente depende únicamente del horizonte experiencial del observador.
Aunque aquí entra en juego otra circunstancia objetiva, que no suele tenerse en cuenta. Las interferencias que perduran en el organismo desde hace mucho tiempo, que el cuerpo no ha conseguido compensar, pero que quizás hemos logrado reprimir (un indio no conoce el dolor), serán aceptadas por nuestro cuerpo a partir de un determinado momento como inherentes al sistema. El cuerpo se comportará entonces como si el dolor formara parte del sistema orgánico. No sólo dejará de compensarlo, sino que defenderá esta interferencia tal y como hace con todo aquello que garantiza la integridad de ese sistema.
* Todas las enfermedades crónicas son como “los parientes. Uno se acostumbra a su presencia y resulta difícil librarse de ellos. En el caso del dolor ello significa que con determinados analgésicos es posible reprimirlo durante un tiempo. Aunque sólo es posible sanar al organismo si el dolor es tratado como simple síntoma de un problema orgánico. Éste desaparece por si solo en cuanto el agente funcional, o sea la causa del dolor, sea eliminada.
Desde la perspectiva de la medicina natural hay toda una serie de posibilidades (desde la fitoterapia y la acupuntura a la homeopatía), a la hora de aliviar y curar los dolores. Todos estos métodos se basan en la provocación de estímulos agudos, que generan movimiento y que ponen en marcha el flujo energético del organismo.
En este sentido la auriculoterapia ha demostado una especial efectividad. Tratando la oreja del paciente es posible influir en todos los dolores funcionales, aliviándolos y con frecuencia eliminándolos por completo. El abanico de posibilidades va desde el tratamiento de dolores traumáticos –por ejemplo tras un accidente- a neuralgias, los más variados dolores de cabeza, ciática, dolores fantasma tras una amputación, los dolores que acompañan a ataques reumáticos o los habituales de la claudicación intermitente, el herpes zóster y otras tantas dolencias.
Ejemplos:
* En una ocasión un curioso me pregunta hasta qué punto funciona la auriculoterapia. Yo le respondo con otra pregunta: ¿Tiene usted algún dolor en este momento? Podría eliminarlo rápidamente con auriculoterapia, y ello resultaría más convincente que un largo discurso sobre el método. Al hombre le dolía el codo. Yo coloqué una aguja en el punto de la oreja donde se refleja el codo. El dolor desapareció al instante.
* Con motivo de un curso en el hospital de Kötztingen se presentó una paciente con una neuralgia post herpética, que la atormentaba desde hacía 9 años. Tras un solo tratamiento desapareció el dolor en un 80%.
La auriculoterapia tiene también un valor incalculable en el tratamiento de todas las dolencias que afectan al sistema nervioso central: temor, agorafobia, falta de concentración, obsesiones, mareos, tartamudeo, etc. Ejemplos todos de una larga lista de indicaciones donde ha demostrado su efectividad. También ha resultado enormemente válida en el tratamiento de las adicciones. Diferentes programas para superar el alcoholimo, el tabaquismo, la drogadicción y el abuso de medicamentos, o para combatir la obesidad relacionada con trastornos alimenticios, dan al terapeuta la posibilidad de adaptarse a la situación individual de la persona adicta.
Básicamente, un tratamiento puede empezar de dos maneras. Podemos trabajar a nivel causal (línea de trabajo, puntos de correspondencia, etc.), ocupándonos a modo complementario, del dolor local en cuestión (puntos organotrópicos adicionales), o tratar directamente el dolot de manera localizada. En caso de que nos encontremos con una situación aguda (accidente, etc.) podemos atacar directamente al dolor, centrándonos únicamente en el órgano afectado. En el caso de situaciones pseudoagudas, donde el problema a lo mejor surge de manera espontánea (por ejemplo un ataque de ciática), pero que no (sólo) está provocado por un problema agudo, el tratamiento suele requerir muchas veces un primer paso organotrópico. Aunque posteriormente deberían tratarse las interacciones causales.
Una Heilpraktikerin (médica naturista) conocida mía tenía continuos dolores de muelas y un acceso mandibular –además tenía un insuperable miedo al dentista. La mujer se sacó los dolores a base de agujas hasta que terminó con una necrosis mandibular, y al final tuvieron que operarla.
La ventaja de la auriculoterapia es que los éxitos terapéuticos aparecen de inmediato, con lo que es posible evaluarlos al momento. El paciente te dice lo que va pasando: “Ya no siento dolor en la frente, pero ahora me duele aquí o allá”. No hay más que seguirle los pasos al dolor en la somatotopía de la oreja, hasta que éste desaparezca.
Por supuesto que nos encontramos con límites: allí donde hay daños orgánicos irreparables y/o hay una falta completa de energía, tendremos poco éxito con una terapia de regulación energética. En caso de que el paciente venga a consulta tras una opulenta comida también nos encontraremos con un importante déficit energético.
Para cualquier pregunta sobre el tema diríjanse por favor a: info@ak-ohrakupunktur.de
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